domingo, 29 de noviembre de 2009

A tientas

“- Creo que deberíamos de pagar la electricidad.
- ¿Ah si?, ¿y eso?
- Bueno, nuestro contador es el único que está parpadeando, y además los números que aparecen en los contadores de los vecinos son mucho más altos que los nuestros. Digo yo que algo tendrá que ver, ¿no?
- Ahhh… Pues sí, tiene pinta.
- Mañana bajaré a pagar.
- Bueno, o bajo yo.”

… y ahí quedó la cosa.

Dos días más tarde, en mitad de la cena con nuestro primer invitado en casa… ¡puf! Sin previo aviso, nos quedamos a oscuras. Y como ya es de noche y los bancos están cerrados, pues cenita a la luz de las velas y… mañana se verá.

Aunque no sea cuestión del día a día, cosas como estas ocurren en China. La luz, la de nuestra casa, se paga por adelantado. ¿Y por qué la luz, sí; y el gas y el agua, no? ¿Ah?... misterio…

Tres meses, cuatro hogares, cinco mudanzas, otra más de despacho, y ni una respuesta satisfactoria de chino alguno o extranjero. Y lo que es más, el que en nuestra casa el sistema de pago sea así no significa que sea así para todos. No creo andar muy desencaminada si afirmo que las posibles combinaciones son infinitas. Desde tener que pagar todo a posteriori, hasta que cada servicio (separando el agua caliente de la fría, para más inri) vaya asociado a una tarjeta de pago por adelantado, hay todo un abanico de posibilidades.

Y así es como, rodeada de niebla -literal y figurada-, se desarrolla mi día a día en China; envuelta en interrogantes de todo tipo.

jueves, 1 de octubre de 2009

60 aniversario, primer día festivo

Como buen día festivo, hoy el desayuno ha sido largo, abundante, y pausado; seguido, por supuesto, de un considerable rato de remoloneo en el sofá en torno a la tele. Después, mientras lavaba los platos en la cocina, he mirado por la ventana para no ver nada. Ni una persona. Ni una bici. Ni un coche. Ni el más mínimo movimiento en la calle: el clásico “efecto domingo”. Todo estaría encuadrado en la más absoluta normalidad de no ser por el hecho de que me encuentro en Pekín. Aquí no hay días de calma, los comercios no cierran, y la gente no se queda en casa no haciendo nada. Pero hoy no es un día cualquiera. No aquí.

Tumbada en la cama, mientras me debatía entre continuar con mis dulces sueños o dar comienzo a un nuevo día, el sonido de una marcha militar ha perturbado el silencio de mi mañana. Definitivamente era el momento de saltar de la cama.

Durante semanas, y con más intensidad en estos últimos días, la ciudad se ha ido preparando para el gran día. Banderas rojas han ido aflorando en las grandes avenidas, para ir haciéndose después incluso con los rincones más recónditos de los laberínticos hutongs. También farolillos de colores y alfombras florales han ido paulatinamente haciendo acto de presencia en la ciudad, del mismo modo que lo han hecho policías, militares, y medidas de control. Y hoy, por fin, es el gran día. O lo ha sido. No lo tengo muy claro.

Para los chinos el día de hoy parece haber sido un momento histórico; y es curioso cómo estando aquí, eres totalmente partícipe a su manera. Hoy se celebra el 60 aniversario de la República Popular China, y como buena residente en Pekín, a escasos metros del meollo del asunto, lo he celebrado desde casa; frente a la tele. No es que el comunismo me haya privado de mi innata curiosidad, no; sino que no estaba autorizada a ver el desfile en vivo y en directo. Ni yo ni los varios millones de pekineses que junto a mí pueblan la ciudad, por no hablar ya del resto de millones de chinos que con emoción contenida y orgullo no se habrán perdido detalle de la retransmisión oficial. Retransmisión anacrónica de un desfile anacrónico con tintes caricaturescos, dicho sea de paso. Aún no salgo de mi asombro de cómo en un mismo desfile han cabido el presidente Hu Jintao en un estatismo absoluto, las fuerzas militares en perfecta sincronización, ¡y carrozas de temática autocomplaciente y de vivos colores al más puro estilo fallero! Todo eso bajo el atento escrutinio de sexagenarios camaradas del partido, trajeados y con corbatas de tonos rojos, totalmente acordes con la temática del día.

Minutos después de terminar el desfile he vuelto a la cocina y he mirado por la misma ventana de antes. Han sido los minutos necesarios para dar tiempo a la gente a retomar sus vidas y salir a la calle. Las pistas de tenis de la universidad de Tsinghua también vuelven a estar abiertas al público. El sonido de los coches y el rechinar de las bicis vuelven a inundar las calles. Quizá el metro y el aeropuerto hayan retomado también su actividad, y la ciudad haya salido del bloqueo en el que ha estado inmersa estos últimos días.

¿Hacía falta semejante despliegue de medios para que los chinos vivieran “su primer domingo”? Sea como fuere, no creo que este hecho haya tenido la menor relevancia para ellos, pero para mí ha sido el silencio y no otra cosa lo más significativo del día de hoy.

martes, 22 de septiembre de 2009

Flamenquillo fusión

Dos amigas y un agente inmobiliario se encuentran hablando en el rellano frente al ascensor de una casa. Al unísono y sin mediar palabra entre ellos, los tres golpean el suelo con sus respectivos pies, cual si del inicio de un zapateado se tratara.

Opción A: Se trata de una señal de enfado en plena discusión por los precios del alquiler.
Opción B: Están echando a suertes quién baja por las escaleras y quién por el ascensor.
Opción C: Ninguna de las anteriores.

Efectivamente, para los menos avispados, ninguna de las anteriores es la opción correcta.

En China, o mejor dicho, en Pekín, ya que no tengo certeza de que esta broma de mal gusto haya sido extendida por todo el territorio, no se estilan los sensores de movimiento para el encendido automático de luces. En su lugar existen ¡sensores de sonido! ¡Sí señor! El golpe de la puerta de entrada al portal al cerrarse te evita el primer zapatazo, pero no hay elemento natural o sobrenatural que evite los subsiguientes en la subida por las escaleras. Cada rellano requiere un nuevo pisotón. Algunos, incluso varios, ya que parece que no siempre están finos de oído los sensores en cuestión. Cada llegada en la noche a casa se convierte así en una nueva melodía, variando tiempos y tonos según la complexión del intérprete, su conocimiento de la escalera, y el piso al que se dirija.

Sin duda, en cuanto pertenezca definitivamente a una comunidad, propondré a mis vecinos el ir apuntando en partituras las interpretaciones individuales de cada noche, y ponerlas en común cada cierto tiempo para interpretar los zapateaos del portal 4. Ya me estoy imaginando el tablao flamenco en medio del xiaoqu con el evento anunciado a los cuatro vientos: ¡concurso anual de zapateaos! Estoy segura de que con la suficiente práctica, nos haríamos con el triunfo a nivel del distrito de Dongcheng, o del que fuera.

viernes, 21 de agosto de 2009

Pasados por agua

Llueva o no llueva, las aceras de Shanghai siempre están mojadas. Quizá sea por eso por lo que coches, bicis, triciclos, motos, peatones y puestos de comida, entre otros, conviven en las abarrotadas y caóticas calzadas; pero este es un tema aparte sobre el que escribir. La lluvia, unida a ese implacable calor húmedo que no cesa en su empeño, es un factor a tener en cuenta, por supuesto; pero hay muchos más.

Según se avanza por la calle, caen cuatro gotas del cielo. Dos pasos más allá, nada. Tres pasos más adelante vuelve el goteo intermitente. Y es entonces cuando uno descubre el apasionante universo acuático de la ciudad. Aires acondicionados y tendedores se adueñan de las fachadas de las casas, enriqueciendo la arquitectura de las mismas con una improvisada capa, y refrescando al despistado viandante que hasta el momento andaba ocupado en evitar los charcos. Pero ocurre a veces que no es un tímido goteo, sino cataratas monumentales, lo que se derrama a la vía pública. Y es que a los aires acondicionados tampoco les va mal una limpieza de tanto en tanto; y qué mejor para ese menester que un riego a manguerazo limpio cual si de un jardín se tratara.

Nanjing Road, calle comercial de la ciudad e imán de turistas de la más diversa procedencia, es caso aparte; ya que cambia por completo según la franja horaria. Y sólo es pasada la medianoche cuando aparecen géiseres en ella. Géiseres que no sólo limpian el pavimento de la misma, sino farolas, kioscos, mobiliario urbano, y todo lo que pillen a su paso.

Por último, y aunque no sean aguas de las alturas, sería imperdonable dejar en el tintero alguna otra de las fuentes más comunes de goteo, como las bocas de riego o incendios. ¿He dicho más comunes? Podría malinterpretarse, y deducirse por ello que sus principales usos son el riego y la extinción de incendios, pero nada más lejos de la realidad. Situadas convenientemente en las esquinas de las calles, dan servicio al vecindario, utilizándose al caer el sol como ducha refrescante a discreción. Más o menos, la misma discreción con la que dan uso a las mismas, poblándose los cruces de calles de personajes en ropa interior; y añadiendo, si cabe, más complejidad a los mismos.

miércoles, 12 de agosto de 2009

SPU-ZAG-FRA-DXB... PVG

Noche cerrada. Se abre el telón. De Trojir al aeropuerto de Split se llega en un abrir y cerrar de ojos. Tan rápido que al sol ni le da tiempo a salir, aunque tampoco se retrasa demasiado; que según hemos podido comprobar, es bien tempranero en Croacia. De Split a Zagreb apenas da tiempo de echar una cabezadita; y en estas me encuentro en Frankfurt.

Terminal 1. Me paseo. Me siento. Me reclino. Leo. Paso el rato observando a la gente. Por fin aparece mi vuelo en pantalla. Cambio de ubicación.

Terminal 2. Mostradores de Emirates. La larguísima fila que se extiende ante mí pies es más que disuasoria; mucho mejor un Happy Meal con vistas a la pista de aterrizaje. Media hora de comida, traguico de agua, vuelvo a la fila y observo. Mujeres. Muchas mujeres con muchos niños y muchos velos. Muchos menos hombres. Donde fueres haz lo que vieres. Y así es como mi pañuelo viajero acaba enrollado a mi cuello tapando el “escote”.

Siempre me ha llamado la atención la necesidad de algunas familias de estirpe multitudinaria de ser acompañados a la puerta de embarque por personal del aeropuerto. Ya en el finger observo atentamente a la mujer que precede mis pasos. Velo negro de pies a cabeza, paso dubitativo y orientación al tacto con su mano derecha, que arrastra a lo largo de la pared en busca de apoyo ante la reducida visión que deja su atuendo.

35K. Ventanilla hacia la derecha. Tapizado de butacas y estampado de paredes de gusto diferente al mío –dejémoslo así-. Me sentiría en el cuarto de estar de alguna entrañable ancianita de no ser por la pantalla que tengo frente a mis ojos, que me da la bienvenida a bordo. Cámara de visión trasera del avión; Start i, c, e; o acceso directo a películas y TV. Difícil elección. Ajusto el reposacabezas. Toallita caliente y aún con los pies en la tierra. ¡Que empiece el espectáculo!


Paisaje campestre cubierto de nubes intermitentes. Comida. Película. Me vence el sueño según nos vamos alejando del sol. Ya nos hemos adentrado en el mar Negro, pero a lo que abro los ojos, estamos sobrevolando el Golfo Pérsico. El techo del pasillo es un cielo estrellado. Atrás han quedado Estambul, Teherán, Kuwait, Doha y Barhain entre otros, y ya enfilamos Dubai. De la oscuridad más absoluta emerge una extesión inabarcable de luces dejando entrever las formas más extrañas, y despertando en mí una curiosidad difícilmente imaginable por lo que se extiende a mis pies.

DXB. Aeropuerto de Dubai. Ostentación es la palabra que más se adecúa a lo que tengo ante mis ojos. “Entro en el país” para echar un vistazo fuera del aeropuerto. ¡Plas! Una bofetada de calor corta mi respiración y abrasa mi ropa, que transmite esa infernal sensación al resto de mi cuerpo. 00:00. Estimo que unos 45º. No pueden ser menos. Entro de nuevo en el paraíso de la temperatura artificial y me congelo. Paseo. Encuentro una conexión para el ordenador y pongo al día algunos asuntos. Escribo. Publico.

Apago el ordenador para dirigirme a la puerta de embarque. Siguiente parada, Shanghai.

Corto a negro.

lunes, 20 de julio de 2009

Querido profesor...

He de confesarlo. Fue un “bonus track” de los Backstreet Boys lo que me hizo saltar de alegría en su momento, y no aquel libro tan grueso de aspecto inabarcable y casi decadente.

Angela’s Ashes no llamaría mi atención hasta unos meses después, y ni siquiera lo haría en su versión original. Aquel libro que llegó con papá de su viaje a Inglaterra en el 98, y que quedó eclipsado por mis ídolos del momento, siguió relegado al olvido en torno a la página 271, donde al parecer claudicó Ana tras su heroico intento de abordaje. Fueron unas anginas, en su empeño fugaz en librarme del cole, las que propiciaron mi reencuentro con esa memorable biografía. El extremo izquierdo del sofá, que por aquel entonces ya nada tenía que envidiar al derecho, dado que revelaba a la perfección mi silueta a través de sus deformidades, fue testigo de las primeras lágrimas que solté en reacción a unas palabras plasmadas en papel.

A esa inolvidable primera declaración de intenciones siguieron ‘Tis, un encuentro totalmente casual en el mercadillo de Sarriá, y Teacher Man, al que fui a esperar a la librería el mismo día de su publicación.

Autocompasivo o no, estandarte del sueño americano o no, autor de bestsellers o no, mi única realidad es que sus palabras cargadas de intencionalidad, ingenio, humor, ironía y escepticismo lograron cautivarme a lo largo de cientos de páginas. Valga como ejemplo de ironía, el que un libro que narra su más absoluta miseria catapultase al autor a la fama y la holgura económica.

Capítulo 17 de Teacher Man, última línea: “Someone calls, Hey, Mr. Mc Court, you should write a book.”
Capítulo 18: “I’ll try.”

Querido “someone”: ¡gracias por aquel comentario decisivo!
Querido profesor Mc Court: ¡gracias por esas tres lecciones magistrales de narración y escritura!

miércoles, 6 de mayo de 2009

Sobre libros, apetitos y descubrimientos

No recordaba haber leído Biografía del hambre. Recuerdo que lo compró papá y que, por su cara al pasármelo, no debió acabar de gustarle. Cuando hoy he ido a colocar Ni de Eva ni de Adán en la estantería, ahí estaba, entre Estupor y temblores y El sabotaje amoroso, esperando a que le echara una hojeada. Abro la tapa y, pese a no venirme todavía a la mente de qué trataba, tengo la certeza de que lo he leído, porque ese libro ha estado en Corea. Un libro viajado, como su autora.

Me delata un papelillo que me trae muchos recuerdos y que reza así: Ueonja kimbap, 1000 won; yajae kimbap, 1500won; chiji kimbap (entiéndase por ello “cheese” kimbap, por cierto), 2000 won; kimchi kimbap, 2000 won; chamchi kimbap (el campeón indiscutible), 2000 won… y así, pasando por sopas, arroces y demás delicias gastronómicas, termina con las empanadillas de carne, 2000 won. Mmmmm… Y es que, al poco de llegar a Seúl, y ya saturados de kimbaps de atún, carne rebozada y empanadillas fritas o al vapor, Joan y yo decidimos que lo más sabio para nuestra supervivencia sería ir probando uno por uno todos los platos del menú del Kimbap Nara. En estos momentos no me cabe duda de por qué jamás lo llevamos a cabo: Amélie Nothomb, con su apetito absoluto, engulló mi lista y truncó nuestro grandioso plan. Debía de andar yo también con tal hambre de descubrimientos por aquella época, que aún hoy me sugiere más una lista de comida que un magnífico libro. ¡Considérese la revancha por haberme privado de ella!

jueves, 2 de abril de 2009

Orbis Non Sufficit

El mundo nunca es suficiente. Así lo declaraba James Bond estando al servicio de su majestad. Pero… ¿y cuando el servicio es al público general? ¿Que no es suficiente? ¡Pues que se lo digan a google!

Un par de años ha sido el tiempo necesario para poner Seúl al día; y cuando por fin logran actualizarlo… ¡Pues sigue desactualizado! Hoy son los del oeste los relegados por la tecnología. Aunque bien mirado… ¿sólo los del oeste?

¡No! Porque ahora que las aguas del Cheonggyecheon fluyen ininterrumpidamente de principio a fin, son otras muchas las sorpresas que depara la observación. Y puedo decir que la mayoría de estas imágenes anacrónicas me hace sonreír.

Lo primero, una perspectiva similar a la de un tiempo atrás en la que parece que el cielo se cierna sobre las cabezas de algunos.



A continuación, empezando por la zona a años luz de estar al día… Namdaemun, que sale increíblemente favorecida, dadas las circunstancias que la redujeron a cenizas hace ahora más de un año.


Y desde Namdaemun hacia el norte llegamos al ayuntamiento tal cual lo conocí yo, que hasta donde tengo conocimiento, difiere en cierto modo de su estado actual. Propongo jugar a encontrar “los ocho errores” en las siguientes dos imágenes; correspondientes a Agosto de 2008 y a hace solo unas semanas. Increíble pero cierto. ¿No era considerado patrimonio?



Pero no nos detengamos aquí, y siguiendo las aguas de nuestro querido riachuelo, pasemos sin más dilación a la recién actualizada ciudad de Seúl. ¡Qué mejor lugar por el que pasear que mi adorado Dongdaemun! Locura reencarnada en mercadillo ambulante, en torno a un par de históricos estadios del periodo colonial japonés venidos a menos, a los que ya hace casi un año hincaron el diente los bulldozers. Sólo ella podía resurgir como el ave fénix para mostrar en sus entrañas los restos de Igansumun, la puerta que durante algún tiempo controló el paso de las aguas desde Namdaemun hacia el Cheonggyecheon.


(Más imágenes, aquí.)

Por último, camino de la universidad, os conduciría a las que fueron mis casitas; pero como relevancia en la ciudad tienen poca o nada, acabaremos nuestro tour en los alrededores del mercado de Jungang. Ya hace ahora dos años, la manzana de la que forma parte estaba siendo demolida casi por completo. Se trataba de una mínima intervención de reorganización, teniendo en cuenta que el plan preveía afectar a toda la zona hasta Wangsimni; y pese a su escaso impacto global, aquello era la ciudad fantasma. ¡Pues ni a la etapa del andamiaje llegaron los pobres fotógrafos de google earth!




Terminar para nunca llegar a tiempo... ¡Vaya trabajazo tan desagradecido!

jueves, 26 de marzo de 2009

Coche 4 Plaza 5D

"Senyors viatgers, benvinguts. Aquest tren amb destinació Madrid-Chamartín s’aturarà a les estacions que anunciarem amb antelació. Durant el viatge trobaràn a la seva disposició els serveis de cafeteria i telèfon públic. Als seients podràn connectar els auriculars per a l’audició de música i vídeo. Si us plau, els preguem que redueixin el volum dels seus telèfons mòbils. Grandes Líneas Renfe els desitja un agradable viatge i confiem poder atendre’ls de nou a bord en Talgo."

La anterior parrafada fue la primera –y creo que la última- retahíla de palabras que me aprendí de memoria en catalán a fuerza de idas y venidas entre Barcelona y Zaragoza.

Unos cuantos viajes después han cambiado las palabras, los vagones, los pasajeros e incluso el trayecto, pero el paisaje permanece inalterado. De los intensos verdes grisáceos de fondo en los montes de Tarragona a los Monegros, pasando por la huerta de Lérida y Fraga lo único constante es el azul del cielo.






* Mi cabeza ha calculado que hoy era día 26, pero observo que mi mano ha decidido plasmar un 29 porque sí.

martes, 27 de enero de 2009

Xīn nián kuài lè!

El pasado domingo dediqué buena parte de la tarde a ordenar mi habitación y dejarla pulcra y reluciente. Era la última noche antes de entrar en el año nuevo chino. Un día después, luna nueva. ¿Casualidad o subconsciente? Sea como sea, ¡he cumplido con la tradición!, lo cual me permite albergar grandes esperanzas de este año del buey que acaba de empezar. Más aún cuando el lunes, primer día del 4706, no toqué la escoba para nada. Ni que decir tiene que fue para no barrer mi buena fortuna. ^^


miércoles, 14 de enero de 2009

El Londres esencial o la esencia de Londres

Algo que parece no dejar indiferente a nadie estos días y que por mi parte resulta difícil de responder es “¿Qué es lo que más te ha gustado de Londres?”. Ante una primera actitud de desconcierto, seguida de un breve periodo de reflexión, otro de desordenada interrogación y demasiado rato de introspección, parece ser que cada vez estoy más cerca de la respuesta. Claro que una cosa es que yo haya encontrado la respuesta que considero más acertada y otra muy diferente es la validez que le puedan otorgar a la misma los formuladores de la pregunta en cuestión.

Una ciudad que en 1863 acuñó sin pretenderlo la palabra "Metro" -de Metropolitan Railways- y que aún hoy en día se encuentra a la cabeza del transporte subterráneo en cuanto a la longitud de las líneas se refiere; que en 1908, al tiempo que Hyde Park vivía una concentración a favor del voto femenino, veía nacer el aún hoy vigente logotipo de su famoso “Underground” y sentaba un precedente inigualable en la historia del diseño gráfico con la aparición del primer plano de metro en forma de diagrama lineal; una ciudad que ha tenido el poder de inspirar la aparición de personajes tan dispares como Oliver Twist, Peter Pan, Sherlock Holmes, Henry Higgins, el Profesor Emelius Browne o el mismísimo Phileas Fogg -más conocido para los españoles de los 80 como Willy Fogg-; y que al tiempo que conseguía todo esto ha sido capaz, no sólo de evolucionar, sino de liderar a otros al tiempo que mantenía su esencia… Una ciudad así merece como mínimo que me descubra ante ella.

Y saber que los callejones por los que deambuló James Cook antes de embarcarse hacia las entonces desconocidas islas de Hawai son los mismas que me llevan a mí a la orilla del Támesis; que los edificios que me rodean y que despiertan mis sentidos ya ejercieron su influencia sobre Dickens; y que el Harrod’s por el que paseo ya ocupaba su actual lugar cuando Arthur Conan Doyle creó a su famoso detective… La continua percepción de la historia en una ciudad de vanguardia… ¡Sin duda, eso es lo que me ha cautivado de Londres!

lunes, 12 de enero de 2009

Ovación "made in Spain"

Pocas cosas conservan su sentido cuando se las saca de contexto. Por poner un ejemplo, ¿qué habría ocurrido si en la película “Solo en casa 2” Kevin hubiera tomado un avión de Ryanair rumbo a España en vez de hacerlo hacia NYC? Pues está muy claro; ¡no habría tenido que esperar al bajarse del avión para deducir que se encontraba aquí y no en cualquier otro lugar! ¿Que por qué tanta seguridad en mi afirmación? Pues porque en el momento en el que las ruedas del avión hubieran tomado contacto con tierra habría sido privilegiado espectador de la ovación dedicada al habilidoso piloto por parte de los aliviados pasajeros. Casualidad o no, no es la primera vez que tengo la suerte de presenciar semejante espectáculo. Y para seros sincera, tras un primer momento de vergüenza, seguido por una carcajada irreprimible, lo único que puedo decir es que ha pasado a formar parte de mi lista “cosas que hacer al menos una vez en la vida”. ¡Un aplauso a la frescura “made in Spain”!

Todo sea dicho, el viajar en Ryanair tiene un componente cómico que hace inevitable semejante recibimiento. Y si no, atentos al toque de corneta como punto final a una experiencia única.

Y si habéis sido pacientes como para escuchar las flores que la compañía se lanza a sí misma al terminar el vuelo, seguro que disfrutaréis ahora con este pequeño gag al más puro estilo Ryanair.