No recordaba haber leído Biografía del hambre. Recuerdo que lo compró papá y que, por su cara al pasármelo, no debió acabar de gustarle. Cuando hoy he ido a colocar Ni de Eva ni de Adán en la estantería, ahí estaba, entre Estupor y temblores y El sabotaje amoroso, esperando a que le echara una hojeada. Abro la tapa y, pese a no venirme todavía a la mente de qué trataba, tengo la certeza de que lo he leído, porque ese libro ha estado en Corea. Un libro viajado, como su autora.
Me delata un papelillo que me trae muchos recuerdos y que reza así: Ueonja kimbap, 1000 won; yajae kimbap, 1500won; chiji kimbap (entiéndase por ello “cheese” kimbap, por cierto), 2000 won; kimchi kimbap, 2000 won; chamchi kimbap (el campeón indiscutible), 2000 won… y así, pasando por sopas, arroces y demás delicias gastronómicas, termina con las empanadillas de carne, 2000 won. Mmmmm… Y es que, al poco de llegar a Seúl, y ya saturados de kimbaps de atún, carne rebozada y empanadillas fritas o al vapor, Joan y yo decidimos que lo más sabio para nuestra supervivencia sería ir probando uno por uno todos los platos del menú del Kimbap Nara. En estos momentos no me cabe duda de por qué jamás lo llevamos a cabo: Amélie Nothomb, con su apetito absoluto, engulló mi lista y truncó nuestro grandioso plan. Debía de andar yo también con tal hambre de descubrimientos por aquella época, que aún hoy me sugiere más una lista de comida que un magnífico libro. ¡Considérese la revancha por haberme privado de ella!

Me delata un papelillo que me trae muchos recuerdos y que reza así: Ueonja kimbap, 1000 won; yajae kimbap, 1500won; chiji kimbap (entiéndase por ello “cheese” kimbap, por cierto), 2000 won; kimchi kimbap, 2000 won; chamchi kimbap (el campeón indiscutible), 2000 won… y así, pasando por sopas, arroces y demás delicias gastronómicas, termina con las empanadillas de carne, 2000 won. Mmmmm… Y es que, al poco de llegar a Seúl, y ya saturados de kimbaps de atún, carne rebozada y empanadillas fritas o al vapor, Joan y yo decidimos que lo más sabio para nuestra supervivencia sería ir probando uno por uno todos los platos del menú del Kimbap Nara. En estos momentos no me cabe duda de por qué jamás lo llevamos a cabo: Amélie Nothomb, con su apetito absoluto, engulló mi lista y truncó nuestro grandioso plan. Debía de andar yo también con tal hambre de descubrimientos por aquella época, que aún hoy me sugiere más una lista de comida que un magnífico libro. ¡Considérese la revancha por haberme privado de ella!

2 comentarios:
Con este post no sé si me han entrado más ganas de leer o de comer. A lo mejor hay que buscar una solución intermedia como leer un libro de recetas, je,je,je.
Por cierto, ¡qué ticket de compra más mono!!
Pues sí, quizá sea la mejor solución, porque lo de comerte un libro a palo seco... ¡No sé yo! El plomo de la tinta quizá resulte un tanto indigesto. Claro, que leer un libro de recetas como quien pilla una novela por banda tampoco creo que sea un plato fácil de digerir.
Bien visto, puede que en este malvado libro que devoró mi lista encuentres una solución más apropiada. ¡Quién sabe! La autora tiene hambre de tooodo, y no estrictamente de comida.
Publicar un comentario