Podrá sonar extraño, pero tan extraño como cierto es lo que
os cuento a continuación. O al menos, así lo guardo en mi memoria. Si “Tintín
en el Tíbet” cedió el paso a “Los cigarros del faraón” en ser el primero de mi
colección, no fue ni más ni menos que por el predominio del color blanco que en
él había. Lo sé, suena extravagante, pero así es. Y no sólo es que fuera demasiado
blanco, sino que Tintín no lucía tanto en él su famosa combinación jersey
azul-bombachos-gabardina conocida en el mundo entero. Preferí el otro porque
era… más Tintín. Y puestos a tener un Tintín, dado que no sabía yo por entonces
que acabaría completando la colección casi en su totalidad (*), tenía que tener
un Tintín… Tintín.
No pasó demasiado tiempo antes de que El Ratoncito Pérez (o
quizá fuera Papá Noel, no lo recuerdo bien) devolviera la cordillera del
Himalaya al lugar que merecía, dejándola bajo mi almohada mientras dormía. Y con
el frío de las cumbres llegaron Tchang, el Yeti, y Rayo Bendito. Tan impredecible fue mi primer contacto con el
budismo como la fascinación que el gorro amarillo de esos personajes de túnica
granate provocó en mí. Y en la línea de lo impredecible es como llegué este
verano a toparme con los lamas de la Orden del Gelugpa y sus sombreros
amarillos en persona. Un precioso rincón del mundo descubierto, un sueño de la
infancia cumplido, y muy buenos recuerdos en la memoria.
(*) Luis nos prestó en su momento “La oreja rota” y, tras devolvérselo, nunca se ha dado la ocasión de comprarlo. Si alguien esté pensando en regalarme algo y no se le ocurre el qué… ¡ahí tiene una pista bien clara!
4 comentarios:
que buena la foto Cris!!! es tuya?!?
tengo MUUUCHAS GANAS de ir al Tibet...
Un beso
Andro
¡Hummm! ¡que estupendos recuerdos! A pesar de la aparente escasez de medios de que parecian disponer los monjes, su semblante reflejaba cierto grado de felicidad.¿Que decir, de aquel joven-monje-guia-en ingles que nos acompañó en el Monasterio de Labrang que no cesó de reir a carcajada limpia durante toda la visita? ¿te acuerdas?
Bssss
¡Hola Andro! Sí, la foto es mía. Muchas gracias por el cumplido. Un placer el compartirla. La viñeta... lo confieso: la tomé prestada de Hergé. Y mis ganas de conocer más no cesan por haber visto una pequeñita parte del Tíbet. Si es posible, ¡tengo más ganas aún! Pero si vas y haces fotos, quizá me conforme TEMPORALMENTE con verlo en imagen.
Besos,
Cris
¿Cómo no me voy a acordar, mami? Ese sí que había alcanzado el nirvana; lo que no quedó claro es a base de qué. :P
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