Me recriminan que hace tiempo que no escribo, y
algo de razón llevan. Pero sólo algo. Todo depende de cuán purista o abstracto
sea uno con su definición de escritura. Una cosa es que no plasme mis peroratas
en papel, y otra muy distinta, que haya dejado de firmar historias. Escribir,
escribo, y con bastante frecuencia. Si dijera que lo hago cada día no andaría
tan alejada de la realidad.
A menudo escribo cuando voy en bici, aunque la
física del momento me haga inclinarme por no compartir las líneas con otra
persona más que conmigo misma. Otras veces, mientras bajo o subo las escaleras
del metro, o al tiempo que me abro camino por la calle entre los cientos de
congéneres que no me dejan sola a sol ni a sombra. Suelen ser observaciones que
me llevan a fantasear y a querer dar a conocer mis fantasías a los demás. Y
aunque, como he dicho, al final acabe por quedármelas para mí, mis historias suelen
tener un comienzo y un desarrollo, e incluso líneas que voy reestructurando, y
otras que van quedando fuera del borrador. A veces pienso que, si mis pensamientos
fueran dejando rastro a mi paso y cualquiera pudiera leerlos e interpretarlos a
su manera, más de uno determinaría que me he vuelto loca. Desgraciadamente, el
final de mis relatos suele verse interrumpido como un sueño que se queda a
medias por el sonido de la alarma del despertador, y es lo que muchas veces me
disuade de dejarlas por escrito.
Sin ir más lejos, hoy "escribía" sobre si
sería posible reconocer un determinado recorrido por la ciudad basándose en la
secuencia de olores que uno percibe. Lo hacía en Wusi Dajie, a la altura de un
establecimiento de medicina tradicional china, cuyo olor a moxa no creo poder
diferenciar del que desprendía a diario el hospital de Ande Lu, que como este, también
me dejaba saber que no andaba muy lejos de casa. Y como mis trayectos en bici
varían cada día al antojo de los semáforos que se abren a mi paso,
desarrollando ese pensamiento sobre recorridos olfativos he llegado a casa, y
con ello mi teoría ha tocado a su fin. Y parece que este par de párrafos
también se quedarán aquí. Como ejercicio, no ha estado mal.
2 comentarios:
Curioso asunto el de los olores. Tanto como reconocer un recorrido ....pues me parece un poco dificil. Pero cierto que existen olores inconfundibles ligados a lugares o situaciones inolvidables. Por ejemplo el olor del chorizo ahumado de mi abuela Victoria, o tras un sábado de sky el del chocolate recien hecho. ¡humm! que bién huele
A ver cuando tenemos el placer de disfrutar de la siguiente historia...ESCRITA!
;)
Publicar un comentario