jueves, 14 de agosto de 2008

¡Nos vemos en quince días!




Siguiendo las huellas de nuestro querido aventurero Tintín, nos disponemos a descubrir los secretos que guardan los centenarios castillos escoceses. ¡Esperemos no toparnos con un Herr Müller cualquiera!

miércoles, 13 de agosto de 2008

Cerrado por vacaciones



Los comerciantes del barrio lo tienen bien claro: ¡aquí no hay nada que hacer!
Durante dos largas semanas he intentado enfrentarme con dignidad a la soledad “santgervasiana” pero… ¡es demasiado! ¡Desisto! ¡Me uno al frente vacacional!

Nos vemos en Septiembre.

domingo, 10 de agosto de 2008

Sobran las palabras

En realidad no lo quería decir, pero lo ha dicho alto y claro. “No es que no nos importe, pero…” Bueno, no ha hecho falta que acabara la frase. Es una de esas que lo dicen todo sin necesidad de saber más. Y luego se sorprenden de que el único deporte de origen español aún no tuviera medalla olímpica. En fin.

Se entiende que la prioridad absoluta de las retransmisiones sean los encuentros con participantes españoles. Por eso, cuando al finalizar el asalto por el bronce individual en espada, se han despedido de la sede de esgrima en Pekín, jamás me habría imaginado esos interminables minutos de publicidad que iban a seguir. Pero si no había sido suficiente decepción, TVE nos ha deleitado con un resumen del partido de fútbol entre Nueva Zelanda y Brasil; partido de gran interés, dado que España ni siquiera participa en esa disciplina.

No sé cómo se habrá desarrollado la final, ya que nos han privado de ella para entretenernos con uno de esos resúmenes con los que nos amenizan hasta la saciedad. Tampoco sé si “nuestro Pirri”, como se han dado a llamarle, habrá estado atento al asalto que iban a disputar sus compañeros de podio; o si habrá estado dándose un baño de masas, como es de suponer, entre sus familiares y amigos. Pero si hay algo por lo que sí que pondría la mano en el fuego es por que, si Pirri pudiera salir temporalmente de su euforia, estaría de acuerdo conmigo.

Primera medalla para un esgrimista de nuestro país. Medalla número 100 para España. Y esperemos que no sea la última en este deporte; pero si tiene que ser por el apoyo de los medios… ¡Podemos considerar que la estocada ha sido mortal!

Aún nos queda mucho por aprender. Si se quiere “mover” a las masas, los medios de masas no pueden seguir dando la espalda.

En cualquier caso, ¡enhorabuena, Pirri! Y enhorabuena también a Fabrice Jeannet y a Matteo Tagliariol, segundo y primero respectivamente en la susodicha prueba.

Si no es por nuestro taxista, no me entero

Shí… jiǔ… bā… qī… liù… wǔ… sì… sān… èr… yī… ¡líng!

No menos impresionante que la cuenta atrás resultó ser el resto de la ceremonia. Ilimitada, diría yo. En todos los sentidos. Un despliegue técnico y humano sin límites, con precisión milimétrica (incluso en los cortes de pelo de los figurantes) y sincronización militar. Escenas difíciles de describir con palabras, y una preparación previa al evento inabarcable a la imaginación. Al finalizar, ríos de tinta, alabanzas y grandilocuencias para Zhang Yimou, artífice del encumbramiento del reinado chino.

Y tras ese primer acto de deleite de los sentidos, no se hizo esperar lo que se supone es el centro de la ceremonia. Ese momento en el que, quien ha aguantado inmóvil durante una hora frente al televisor escoge como el más apropiado para hacer una pausa; ese en el que bajan las audiencias: el desfile de los participantes. Todo lo anterior solo es una puesta en escena. Todo está cronometrado. Nada escapa a lo previsto. Ahora bien… los atletas pasan a ser centro de atención de algo que no es lo suyo… ¡Prepárense, que empieza la diversión!

Abriendo paso, “la cabeza” de honor, Grecia; a la que siguen Guinea, Guinea Bissau, Turquía, Turkmenistán, Yemen, Maldivas… Sí, sí, han oído ustedes bien. ¿Cuán aburrido y previsible sería empezar por la A y acabar por la Z? Demasiado. La gente haría trampas y calcularía el tiempo restante a la letra de su país. Nada, nada, el que menos palitos tenga en el primer carácter, ¡primero! Y no sé de qué se extrañan; porque el orden de las pasadas olimpiadas no fue menos sorprendente para los desinformados: Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, San Marino, Angola, Azerbaiyán, Egipto... Y
así hasta Hong Kong. Algo parecido al shock que debieron sufrir nuestras queridas Lola y Mari en su primer asalto a la biblioteca de Hanyang, inconscientes las pobres del lógico orden del ka, na, da, ra, ma… Vaya, ¡una de las múltiples anécdotas que sazonaron la ceremonia!

A lo largo del desfile pudimos ver turbantes en Canadá, ecuatorianos en España, rubios y altos –muy altos- en Islandia, alemanes con balones de waterpolo como sombreros, un abanderado considerablemente voluminoso en Guam, un atasco de caballitos de Polo en las solapas de los americanos, coreanos separados en tiempo y lugar (parodiando su propia realidad), trajes regionales, como los de Burundi, y no tan regionales, pero sí amables con el anfitrión, como los de Suecia; delegaciones de dos personas, ¡arriba Mónaco!, o de más de seiscientas; países conocidos, desconocidos y recién formados para los juegos, como Montenegro. Y en las gradas, mucho calor, como en el foso. Tanto que Hamid Karzai, presidente de Afganistán, dejó por una vez el Qaraqul en casa (absténganse de reír, por favor), para adoptar con agrado el abanico chino.

Y nuevamente, los deportistas relegados a un segundo plano. Al menos, para mí. ¿O es que no os descubristeis en ningún momento con los ojos clavados en la hilera de chinas que durante más de dos horas “bailaron” ininterrumpidamente? ¡Y parece ser que ninguna se desmayó!

Pero si con algo tengo que quedarme, elijo sin duda el ingenio más nimio en lo técnico y más significativo en lo institucional, eso que dio “aire” a toda la gala: la bandera ondeante en lo más alto del mástil gracias a esa brisilla canalizada por unos pequeños orificios. Simple e ingenioso. ¡Un aplauso!

Y por último, la traca final. En lo literal y lo figurativo. Si, como se ha venido diciendo, la contaminación en la gran ciudad había disminuido, todos los esfuerzos habrán sido en vano tras la humeante polvareda desplegada en el cielo pekinés con esa impresionante exhibición pirotécnica. ¡Ánimo a los que estáis por allá!


PD: Lo del taxista, para otro día.

martes, 5 de agosto de 2008

Ex and the pity

Yo soy la primera a la que le molesta introducir palabras inglesas en una conversación en español al no dar con su correspondiente al instante. Y sin embargo, no lo pude evitar. Alguno que otro me tacharéis de pedante o de lo que sea, pero lo que me vino a la cabeza nada más salir del cine fue muy concreto. Y en inglés.

OUTRAGEOUS!

(Que vendría a ser algo así como intolerable.)

Lo siguiente que me sobrevino fue un título. Igual de crítico, 100% adecuado a mi modo de ver: EX AND THE PITY. “Ex”, por lo que fue y no es. Y “pity” por la lástima de haber dado un final tan pobre a una serie que tanto merecía. Supongo que esta aclaración resulta innecesaria, pero por si a alguien se le escapaba… En efecto, me estoy refiriendo a la película de Sex and the city. El título lo decía bien claro: SEX and THE CITY. Y en esa peli, ni sex, ni the city. Eso sí, exageraciones, tintes melodramáticos, sentimentalismos y demás aspectos habitualmente asociados a comedias románticas, todos los del mundo y más. Y por si no fuera suficiente con la puñalada trapera asestada a esos noventa y cuatro soberbios capítulos, añadir que se trata de una muerte lenta y dolorosa. Dolorosa, mucho. Pero lenta… ¡Indescriptiblemente lenta! (Avertencia a los incrédulos: Nada tiene que ver el disfrutar de una maratón 24 h de la serie con resistir estoico a las 2h 30 min que dura la película.)

Parafraseando a Carrie Bradshaw…

Sitting in my apartment, I couldn’t help but wonder: When it comes to second parts… Why do we allow ourselves to hold such high sexpectations? Did they want to make an entertainment piece, or just a torture device? Do we need drama to make a film work? Is it so difficult to say ‘enough is enough’?

Y finalmente, de la propia serie…

Why do we let the one thing we don't have affect all the things we do have? Why does one minus a plus one feel like it adds up to a zero?

Difícil respuesta. Pero es así. No dudo de la reconciliación, pero se hará esperar.