Ya desde antes de completar mi primera línea en este blog tenía lo que yo consideraba una asignatura pendiente: escribir sobre el apasionante mundo del mercado. Y es que pasear por un mercado local no sólo es una delicia, sino que además es una lección magistral sobre infinidad de aspectos del país en el que te encuentras; una mezcla de sensaciones, olores, miradas... ¡Todo!
Por supuesto Corea no se queda atrás en eso, y por suerte he podido comprobarlo desde el primer día en esta ciudad. Qué buen recuerdo el de aquel primer paseo con un jet-lag aún sin superar en dirección a “la luz”, de la que ya he hablado en otra ocasión y que ahora puedo llamar por su nombre: Dongdaemun. Fue en esa primera tímida aproximación a la ciudad en la que descubrimos el que luego ha sido motivo de felicidad, lugar de recreo, escenario de práctica de mi limitado coreano y, naturalmente, centro de mis compras semanales a lo largo de un año: el mercado de Jungang, en Sindang.
Pero es que el mercado coreano no se queda ahí a los ojos del foráneo, sino que deleita con el increíble mundo de las medidas coreanas. Y es que… ¿Por qué restar diversión a las compras unificando el sistema al uso de los kilogramos? ¡No escatimemos en variedad! Así es como te topas con manzanas a 2000 wons el “kae” (개), cacahuetes a 1000 wons el “bong” (봉), melones coreanos a 3000 wons el “jul” (줄) o pollos a 5000 wons el “mari” (마리). Pero mientras todos estos no son más que términos que indican si compras una pieza, una bolsa, un manojo, una cajita o lo que sea… Existe una medida que supera a todas las demás. Mi medida favorita: el “keun” (근). Esa sí que es una medida caprichosa. El “keun” es ni más ni menos que 400g. en frutería, 500 g. en pescadería, y si no me equivoco, 600 g. en carnicería. ¿Es o no es una medida interesante?
Desgraciadamente la globalización no conoce de fronteras y acaba barriendo incontables aspectos culturales que, por ínfimos que parezcan, son cultura. Sé que el “keun” (근) será una de estas “nimiedades” que acaben desapareciendo; y lo sé porque soy de las pocas afortunadas seulitas que aún compra en un mercado y conoce el uso del término. Por eso… Ante la incipiente muerte del “keun” en la gran ciudad… ¡Mi más sincero pésame!
Por supuesto Corea no se queda atrás en eso, y por suerte he podido comprobarlo desde el primer día en esta ciudad. Qué buen recuerdo el de aquel primer paseo con un jet-lag aún sin superar en dirección a “la luz”, de la que ya he hablado en otra ocasión y que ahora puedo llamar por su nombre: Dongdaemun. Fue en esa primera tímida aproximación a la ciudad en la que descubrimos el que luego ha sido motivo de felicidad, lugar de recreo, escenario de práctica de mi limitado coreano y, naturalmente, centro de mis compras semanales a lo largo de un año: el mercado de Jungang, en Sindang.
Pero es que el mercado coreano no se queda ahí a los ojos del foráneo, sino que deleita con el increíble mundo de las medidas coreanas. Y es que… ¿Por qué restar diversión a las compras unificando el sistema al uso de los kilogramos? ¡No escatimemos en variedad! Así es como te topas con manzanas a 2000 wons el “kae” (개), cacahuetes a 1000 wons el “bong” (봉), melones coreanos a 3000 wons el “jul” (줄) o pollos a 5000 wons el “mari” (마리). Pero mientras todos estos no son más que términos que indican si compras una pieza, una bolsa, un manojo, una cajita o lo que sea… Existe una medida que supera a todas las demás. Mi medida favorita: el “keun” (근). Esa sí que es una medida caprichosa. El “keun” es ni más ni menos que 400g. en frutería, 500 g. en pescadería, y si no me equivoco, 600 g. en carnicería. ¿Es o no es una medida interesante?
Desgraciadamente la globalización no conoce de fronteras y acaba barriendo incontables aspectos culturales que, por ínfimos que parezcan, son cultura. Sé que el “keun” (근) será una de estas “nimiedades” que acaben desapareciendo; y lo sé porque soy de las pocas afortunadas seulitas que aún compra en un mercado y conoce el uso del término. Por eso… Ante la incipiente muerte del “keun” en la gran ciudad… ¡Mi más sincero pésame!

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