jueves, 19 de julio de 2007

No-despedida




Hace ya una semana que dejé una península por otra, y más tiempo hace aún que no escribo nada; y es que ya se sabe que los traslados, despedidas y adaptaciones requieren su tiempo.

Para los familiarizados con la serie de televisión “Friends”, y conociendo mi afición por la misma, esta fotografía puede sonar a final, pero… ¡Ni mucho menos! El título del blog no alude a ningún lugar en concreto, así que mientras siga habiendo temas y ganas de escribir seguiré por aquí.

Siempre he admirado a los buenos guionistas que partiendo de las cosas más simples consiguen desarrollar toda una historia. Con uno de esos casos me topé al ver Hierro-3 de Kim Ki Duk -빈집 (“Bin Jib”, “casa vacía” en coreano)-, donde la puerta de un apartamento cualquiera sugiere la ausencia de sus dueños al protagonista, que decide ocuparlas sin malicia alguna por breves periodos de tiempo. Y es que viviendo en Seúl basta con estar un par de días ausente de tu casa para que la puerta empiece a parecer un tablón de anuncios de comida. En la foto, el experimento de cinco días sin tirar a la basura la propaganda. Si en vez de haber sido en Corea hubiera sido en España probablemente el título de la película habría pasado de ser “Casa vacía” a “Casa limpia”.

lunes, 2 de julio de 2007

A mi querido "keun" (근)


Ya desde antes de completar mi primera línea en este blog tenía lo que yo consideraba una asignatura pendiente: escribir sobre el apasionante mundo del mercado. Y es que pasear por un mercado local no sólo es una delicia, sino que además es una lección magistral sobre infinidad de aspectos del país en el que te encuentras; una mezcla de sensaciones, olores, miradas... ¡Todo!

Por supuesto Corea no se queda atrás en eso, y por suerte he podido comprobarlo desde el primer día en esta ciudad. Qué buen recuerdo el de aquel primer paseo con un jet-lag aún sin superar en dirección a “la luz”, de la que ya he hablado en otra ocasión y que ahora puedo llamar por su nombre: Dongdaemun. Fue en esa primera tímida aproximación a la ciudad en la que descubrimos el que luego ha sido motivo de felicidad, lugar de recreo, escenario de práctica de mi limitado coreano y, naturalmente, centro de mis compras semanales a lo largo de un año: el mercado de Jungang, en Sindang.

Pero es que el mercado coreano no se queda ahí a los ojos del foráneo, sino que deleita con el increíble mundo de las medidas coreanas. Y es que… ¿Por qué restar diversión a las compras unificando el sistema al uso de los kilogramos? ¡No escatimemos en variedad! Así es como te topas con manzanas a 2000 wons el “kae” (개), cacahuetes a 1000 wons el “bong” (봉), melones coreanos a 3000 wons el “jul” (줄) o pollos a 5000 wons el “mari” (마리). Pero mientras todos estos no son más que términos que indican si compras una pieza, una bolsa, un manojo, una cajita o lo que sea… Existe una medida que supera a todas las demás. Mi medida favorita: el “keun” (근). Esa sí que es una medida caprichosa. El “keun” es ni más ni menos que 400g. en frutería, 500 g. en pescadería, y si no me equivoco, 600 g. en carnicería. ¿Es o no es una medida interesante?

Desgraciadamente la globalización no conoce de fronteras y acaba barriendo incontables aspectos culturales que, por ínfimos que parezcan, son cultura. Sé que el “keun” (근) será una de estas “nimiedades” que acaben desapareciendo; y lo sé porque soy de las pocas afortunadas seulitas que aún compra en un mercado y conoce el uso del término. Por eso… Ante la incipiente muerte del “keun” en la gran ciudad… ¡Mi más sincero pésame!