domingo, 5 de septiembre de 2010

La hora de la arenga


- ¡Hola! Quiero siete billetes en cama blanda, de Shanghái a Pekín para el día 22 de Agosto.
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- ¿Cómo que no? ¿No quedan?
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- Pero si sí que quedan, ¿por qué no puedo comprarlos?
- kewurhfnxsncskdnv
- ¿?

Un mes después, y tras descubrir que los billetes de tren en China se ponen a la venta con solo diez días de antelación respecto de la fecha del viaje, empieza la mañana del 12 de Agosto en Guilin, provincia de Guangxi, y ciudad de poco encanto donde las haya.

Blanca intenta coger un taxi que nos lleve a la estación de tren, mientras yo intento aclararme con la persona que en una hora nos pasará a buscar para llevarnos al campo. Tras conseguir llegar allá, y después de una agonizante espera en una cola de avance relativamente ágil, nos plantamos frente a la ventanilla número seis. Y cuando al fin nos encontramos en mitad de la "negociación" de los dichosos billetes... "¡Ups! Lo siento. Esperen un momento."

Parece ser que da igual el tipo de trabajo del que se trate. Haya cliente de por medio o no, a la hora de la "formación", ¡a formar se ha dicho! Bancos, peluquerías, restaurantes, tiendas, y cualquier otro establecimiento con un pequeño grupo de trabajadores ofrecen al visitante un curioso espectáculo diario. En formación y con el jefecillo a la cabeza, "la hora de la arenga" tiene lugar a lo largo y ancho del país, llenando las ciudades de sonidos repetitivos y de difícil comprensión.

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