Un día pasa. Y otro. Y otro.
Menos mal que los atardeceres en Seúl son increíbles… Y más con la privilegiada vista que tengo desde el tejado. En primer plano, mi barrio; un mar de casitas más o menos bajas y desordenadas con el carácter cercano de un pueblo. Al fondo, Dongdaemun, antigua puerta del este de la ciudad y actualmente centro del comercio textil seulita… ¡la locura en forma de rótulo luminoso! Las moles de la derecha… Desgracias que aparecen en esta ciudad a diario reencarnadas en edificio; en este caso con doble delito ya que se encuentran al borde del Cheonggyecheon… ufff. Y al fondo, todavía resistiendo el imparable crecimiento de la ciudad, Namsan con su torre, Inwangsan y Bukhansan.
La siguiente perspectiva… ¡de día!
Menos mal que los atardeceres en Seúl son increíbles… Y más con la privilegiada vista que tengo desde el tejado. En primer plano, mi barrio; un mar de casitas más o menos bajas y desordenadas con el carácter cercano de un pueblo. Al fondo, Dongdaemun, antigua puerta del este de la ciudad y actualmente centro del comercio textil seulita… ¡la locura en forma de rótulo luminoso! Las moles de la derecha… Desgracias que aparecen en esta ciudad a diario reencarnadas en edificio; en este caso con doble delito ya que se encuentran al borde del Cheonggyecheon… ufff. Y al fondo, todavía resistiendo el imparable crecimiento de la ciudad, Namsan con su torre, Inwangsan y Bukhansan.
La siguiente perspectiva… ¡de día!
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