“- Creo que deberíamos de pagar la electricidad.
- ¿Ah si?, ¿y eso?
- Bueno, nuestro contador es el único que está parpadeando, y además los números que aparecen en los contadores de los vecinos son mucho más altos que los nuestros. Digo yo que algo tendrá que ver, ¿no?
- Ahhh… Pues sí, tiene pinta.
- Mañana bajaré a pagar.
- Bueno, o bajo yo.”
… y ahí quedó la cosa.
Dos días más tarde, en mitad de la cena con nuestro primer invitado en casa… ¡puf! Sin previo aviso, nos quedamos a oscuras. Y como ya es de noche y los bancos están cerrados, pues cenita a la luz de las velas y… mañana se verá.
Aunque no sea cuestión del día a día, cosas como estas ocurren en China. La luz, la de nuestra casa, se paga por adelantado. ¿Y por qué la luz, sí; y el gas y el agua, no? ¿Ah?... misterio…
Tres meses, cuatro hogares, cinco mudanzas, otra más de despacho, y ni una respuesta satisfactoria de chino alguno o extranjero. Y lo que es más, el que en nuestra casa el sistema de pago sea así no significa que sea así para todos. No creo andar muy desencaminada si afirmo que las posibles combinaciones son infinitas. Desde tener que pagar todo a posteriori, hasta que cada servicio (separando el agua caliente de la fría, para más inri) vaya asociado a una tarjeta de pago por adelantado, hay todo un abanico de posibilidades.
Y así es como, rodeada de niebla -literal y figurada-, se desarrolla mi día a día en China; envuelta en interrogantes de todo tipo.
- ¿Ah si?, ¿y eso?
- Bueno, nuestro contador es el único que está parpadeando, y además los números que aparecen en los contadores de los vecinos son mucho más altos que los nuestros. Digo yo que algo tendrá que ver, ¿no?
- Ahhh… Pues sí, tiene pinta.
- Mañana bajaré a pagar.
- Bueno, o bajo yo.”
… y ahí quedó la cosa.
Dos días más tarde, en mitad de la cena con nuestro primer invitado en casa… ¡puf! Sin previo aviso, nos quedamos a oscuras. Y como ya es de noche y los bancos están cerrados, pues cenita a la luz de las velas y… mañana se verá.
Aunque no sea cuestión del día a día, cosas como estas ocurren en China. La luz, la de nuestra casa, se paga por adelantado. ¿Y por qué la luz, sí; y el gas y el agua, no? ¿Ah?... misterio…
Tres meses, cuatro hogares, cinco mudanzas, otra más de despacho, y ni una respuesta satisfactoria de chino alguno o extranjero. Y lo que es más, el que en nuestra casa el sistema de pago sea así no significa que sea así para todos. No creo andar muy desencaminada si afirmo que las posibles combinaciones son infinitas. Desde tener que pagar todo a posteriori, hasta que cada servicio (separando el agua caliente de la fría, para más inri) vaya asociado a una tarjeta de pago por adelantado, hay todo un abanico de posibilidades.
Y así es como, rodeada de niebla -literal y figurada-, se desarrolla mi día a día en China; envuelta en interrogantes de todo tipo.
